11 abr 2012

Un mundo mejor dentro de ti


Seguimos añorando ver un mundo mejor sin darnos cuenta que al albergar dicho deseo estamos dejando a un lado nuestro poder interior de creación.

Solo aquellos que tienen una vida mental pueden dedicar su energía a sufrir por el mundo, a diferencia de los que contribuyen a hacer un mundo mejor enfocando su energía en aportar lo que está en sus manos, sin más, haciendo su labor.  

Partamos de la humildad que conlleva ser conscientes de nuestro limitado círculo de influencia y apostemos por concentrarnos en el contexto donde nos movemos, dirigiendo nuestro poder y energía a hacer siempre una labor excelente hacia los demás desde un pensamiento, palabra y acto elevado y amoroso. Cuando uno enfoca su energía y la apoya en el corazón, sabe que está haciendo un mundo mejor y deja de preocuparse por lo que los demás hagan, haciendo uso de lo único que está en sus manos, el mismo.  

La persona que comprende lo que significa ser un mundo mejor en vida, aporta una gran paz interior a su vida y al mundo entero. La persona que es consciente de la influencia que tienen los pensamientos, las palabras y su forma de hacer las cosas, tiene la obligación espiritual de pulir, depurar y hacer de su vida algo excelente para él y los demás.  

La mente no puede convivir con la presencia, de ahí la importancia de disciplinar nuestra capacidad de ser conscientes de la respiración en todo momento, para desde ahí, proyectar nuestra oportunidad vital.

Pensemos que cada instante es una oportunidad de aportar luz al mundo, ya sea a través de pensamientos amorosos, de palabras cariñosas y comprensivas o de actos puros y llenos de luz.

Tú eres una oportunidad de un mundo mejor, está directamente relacionado con los pensamientos, palabras y actos que desarrollas cada instante. Hacerse diestro en la presencia nos concede el poder de controlar y enfocar estos tres aspectos, naciendo en nosotros un maestro que trae luz al mundo.

Camina, hermano del alma, camina respirando con gratitud y, desde ahí, proyecta la luz de la divinidad que hay dentro de ti regalándosela a todo lo que encuentres en el camino. Tú, luz divina, eres un mundo mejor en cada instante que estás conectado con la energía creadora de todo lo que existe y no existe.