Observa con tranquilidad. Comprende
qué eres, dónde estás, observa las emociones que estás sintiendo en este
preciso instante y localiza su naturaleza.
¿Todo es tan sencillo, verdad?
Se consciente de la sencilla
naturaleza que lo mueve todo, siente el fuego interior que nace en tu estómago,
el cual, te ayuda a digerir la experiencia de la vida, el aire que entra en tus
pulmones y aporta mayor claridad a la llama divina que emerge de tu mirada, el
agua que se mueve en tu sangre y la tierra que conllevan las sustancias que
forman parte del cuero divino con el que te expresas.
Siente la impermanencia de todo
lo que te rodea, la ligereza de cada inspiración y expiración. Se consciente de
tu pasajera estancia en la tierra y aporta lo mejor de ti, tu amor, cada
instante de tu vida.
Nace y muere sin resistencia.
Sabio acto del que sabe que todo
es pasajero.
Nacemos y morimos en cada
instante y, en él, podemos percibir nuestra naturaleza divina, siempre que, desde
la presencia, seamos conscientes del instante mágico que nace en cada momento y
del intenso amor que siempre nos está llamando desde el corazón.
Cuando sientas desdicha
vuelve a conectar con tu
respiración
tanto tiempo como necesites
hasta que sientas la dicha
que siempre fuiste, eres y serás.
Me provoca desdicha, ver a mis
hermanos sufrir, al seguir en el juego mental que todo lo mueve, al desconectar
de la fuente que da la vida y la muerte, la respiración. Pero, intuyo que cada
día se suma un valiente más, en esta carrera por elevar la luz de un planeta
tan bello como el nuestro y que de alguna forma es parte de algo mucho más
grande.
Hermano mío, hermano del alma,
respira, respira con calma, pues no existe otro instante más bello que el que
está sucediendo ahora. Tú eres ese instante mágico que se refleja
en todo, siéntelo, sé, respira, sonríe y adora la vida que eres, ama,
pues tú llevas dentro la divina razón por lo que todo existe. Y si has olvidado
amar, deja que tu corazón exprese su voz llevándote a la dicha instantánea.
Recuerda que todo sigue un plan
divino y que tú eres parte de él. Tú eres una pieza fundamental de este gran
rompecabezas llamado “vida” y puedes aportar lo mejor que hay en ti. Confío en
que recordarás, por lo menos una cosa de este texto, y es que pase lo que pase,
tú eres amor.