Al salir de las sesiones de yoga tuve la impresión de que esa calma que degustaba, seguía conmigo durante el día.
Comencé a darle más importancia a observar la respiración y descubrí que era el método más eficaz para estar presente.
Al estar presente, comencé a generar la habilidad de observar con más profundidad lo que ocurría en mi cuerpo a nivel físico, mental y emocional, para más tarde observar la forma más sutil de energía que todos somos.
Sigo prácticando yoga, una hora al día y mi estado físico, mental, emocional y energético, se apoya en los pilares que expreso en el libro APRENDIENDO A ESTAR FELIZ.