Para todos aquellos que vivimos
en el mismo corazón del sistema que condiciona la vida de este planeta, resulta
harto difícil mantenerse en la línea que muchos llaman equilibrio interior. Pero
más complicado es aun cuando nuestra forma de pensar, hablar y hacer limita el
enfoque más alineado con la sabiduría del corazón.
Somos semillas de potencial amor
universal que espera a ser regada para crecer mientras el tiempo y los
acontecimientos siguen adelante.
Recuerdo cuando en la segunda
guerra mundial, más allá del charco, los americanos comenzaban a ser alistados
para frenar el nazismo. Supongo que muchos de ellos querían hacer algo por lo
que estaba pasando en Europa y así lo hicieron. Arriesgaron sus vidas para
salvar de la barbarie a otros que ni siquiera conocían. Es decir, tomaron una
decisión y en ella estaba lo más valioso, su vida.
Hoy vivimos una nueva guerra
planetaria con nosotros mismos, pues, es en nosotros donde reside el cambio
hacia un mundo mejor. Pero, ¿qué podemos hacer para ganarla? Si estás vivo,
sonríes, abrazas y amas, ya estás aportando lo esencial, aunque si deseas afinar
un poco más, comienza por amarte a ti mismo, por hacer de tu vida algo
sencillo, transparente, auténtico, brillante y a la vez sosegado.
Quizá es el
momento de ser ejemplo de que en este planeta se puede vivir con lo mínimo y así
invitar a nuestra gran familia a dar por fin ese paso que todos nuestros
corazones necesitan para ser dichosos.
En este tiempo vivimos la
felicidad aun con el conocimiento de que el sufrimiento gratuito que aporta
nuestro sistema de vida está minando el corazón humano. Sólo algunas zonas,
como el amazonas o sitios remotos donde al hombre civilizado le es difícil condicionar
el contexto a favor de sus propias necesidades, se salvan de esta locura donde
uno debe hacer todo lo posible por estar bien a pesar de que muchos de sus
hermanos sufren dolor, hambre, sed y muchas otras barbaridades que se apoyan en
una deficiente educación vital planetaria, donde el pensamiento, la palabra y
el acto alimentan el odio, la envida y la separación entre nosotros.
Pero, ahora debemos centrarnos en
nosotros como primer obstáculos a salvar, como primer paso hacia ese cielo que
tantas veces hemos escuchado nombrar como PARAISO. Sabemos que somos el primer
obstáculo a superar y para lograrlo tenemos que apoyarnos en verdades como “Todo
sucede tal y como debe” “Amar es la llave” “Para
vivir dichosos necesitamos muy poco”… tras ello, comunicar desde el
corazón para dejar que nuestra existencia materialice dicho pensamiento y
palabra del corazón.
Todos somos amor en potencia,
aunque lo estemos bloqueando en gran medida. La vía hacia la luz se puede alcanzar desde el corazón… Comienza a recorrerlo y ama en cada pensamiento, palabra y
acto que aportes el mundo, ya que tú eres el mundo.